BIOGRAFÍA

En la obra de Luis García Gil (Cádiz, 1974) conviven de manera absolutamente personal literatura, cine y canción de autor. En el ámbito de la canción ha publicado Serrat, cantares y huellas, Serrat y Sabina a vista de pájaro, Jacques Brel, una canción desesperada, Javier Ruibal, más al sur de la quimera y Joan Isaac, bandera negra al cor. Su amor al cine ha dado como fruto el libro François Truffaut publicado por Cátedra y el guión y producción del documental En medio de las olas dedicado a su padre el poeta José Manuel García Gómez. También ha producido el documental Vivir en Gonzalo que ha dirigido Pepe Freire y en el que se profundiza en la obra de Gonzalo García Pelayo. Como poeta es autor de La pared íntima, Al cerrar los ojos y Las gafas de Allen. Es autor además del libro José Manuel García Gómez, un poeta en medio de las olas.




lunes, 30 de enero de 2012

LA QUENCIA

La necrológica que el diario El País dedicó a Miguel García Posada olvidaba sus últimos años de dedicación poética y se centró en el crítico literario que buceó con entusiasmo en la obra de Lorca. Esos últimos años se concretizaron en un poemario magistral titulado Días precarios que editó Visor en 2007. En ese libro García Posada es capaz de hablar del cotidiano llanto del café, de la usura de los días que pasan, del dolor como última forma del obstinado amor de los enamorados y del dolor que habita en el rostro de los agonizantes. Todo suena a despedida en Días precarios pero despedida envuelta en el sonoro latir de las palabras que permanecen y dibujan el eco de muchos sueños.   

El poeta está aquí, fluye apasionadamente en cada uno de los versos. Dice en el comienzo de uno de los ejemplares sonetos que forman parte del libro:

Menguan los días, ya no son el sueño
delincuente de aquellas primaveras,
sino un gran mar, un solo mar sin dueño,
de lejanas, dolientes escolleras...

García Posada habla de ese mar eterno y solo. Recuerda y canta al desgarramiento, a la infancia luminosa que se ha perdido en la corriente azarosa del tiempo. Habla de amigos que no están, presencias que aún resuenan en las noches, que forman parte de lo vivido, de lo alumbrado. Recuerda a la dulce amiga de veinte años, viejo amor imposible, y se pregunta como Cernuda por el deseo cuya respuesta nadie conoce y que habita el paisaje desolado de la vejez. 

No hay consolación para el poeta que dice adiós, para el poeta que lanza su particular grito contra el dictador Francisco Franco para el que pide que todos lo olviden, que se borren todas sus huellas, todas las señales de su ignominia. Dias precarios es un poemario enorme y claro, que se encomienda a la generación del 27 y traza su particular retrato de familia en el poema "Reuniones" en el que se recuerdan los rostros familiares sentados a la mesa, conversando, dejándose vencer por el peso de la tarde.

El poeta está aquí, como se ha dicho. Y también en sus memorias. Vuelvo a La quencia, a la sombra confortadora de una palmera, a la primera entrega de las memorias de Miguel García Posada. Repaso las fotos de familia, ese tiempo de la infancia que es el tiempo de la felicidad como se encarga de afirmar García Posada, y tiempo también de perplejidades. Hay veranos que llevan incorporados la luz del mar de Cádiz. Y estampas sevillanas como las que traen consigo los sonidos de la Semana Santa, lugar de la evocación por excelencia. García Posada describe a su madre y a su padre, pregonero de la Semana Santa de Sevilla en los años cincuenta y figura de cierta ambivalencia para quien ha de juzgarlo como padre. García Posada regresó al ámbito cernudiano, al niño-nazareno con el poema "Sueño de marzo".  Porque hay una Semana Santa que se escribe desde el deslumbramiento, desde el destelló mágico de la representación, desde la fuerza del arraigo popular. Miguel García Posada es uno de esos agnósticos cuya visión enriquece la Semana Santa y supera de largo la visión reaccionaria que destilan con sus ripios los pregoneros al uso.

Leo las memorias de Miguel García Posada y siento que su mundo me pertenece. Veo algo de mi padre en su padre, hombre volcado en las cofradías que  desperdició sus posibilidades literarias. Y siento admiración por el hombre que hizo recuento, que se buscó en las palabras, que al final de su vida se convirtió en poema. Tengo la sensación de que su figura no ha sido suficientemente elogiada en estos días. La Sevilla eterna, la más convencional, no podrá entender nunca una personalidad tan rica como la suya. Otros preferirán los modos de Antonio Burgos. Yo me quedo con el ejemplo literario y cívico de Miguel García Posada. Descanse en paz.

sábado, 21 de enero de 2012

LA ORQUESTA DEL TITANIC



Me pierdo en los textos y melodías de "Hoy por ti, mañana por mí", "Cuenta conmigo" o "La Orquesta del Titanic". Vuelven los pájaros cantores y preparan sus escopetas los sepultureros, las alimañas del odio, los anónimos y desterrados que siembran de inquina los foros y las redes sociales. Ya no está el maestro Fontanarrosa para dibujar el ensueño de una gira compartida. Vienen con nuevas canciones burlando al apocalipsis, aferrados a un verso fulgurante que se escribe con tinta roja en la piel suave de los instantes que mece la noche. Hay quien dice que regresan por la tentadora pasta, por esa clase de oferta que nadie en su sano juicio rechazaría, pero hay una amistad verdadera que justifica el regreso a los lugares donde habita el deseo y de donde nunca se han marchado. A los pájaros cantores se les aguarda siempre como al mismísimo maná.

Vuelven Serrat & Sabina con La orquesta del Titanic, título más que elocuente. Lo hacen bajo la dirección musical de Javier Limón que no es Ricardo Miralles ni anduvo con un tal Tete Montoliu. El mundo parece hundirse pero estos pájaros siguen buscando a las musas, cantándole al amor, nadando sin complejos por las regiones del deseo carnal que purifica. Puede que este disco no ofrezca la mejor versión de ambos, algo que parecía imposible. Puede que los agoreros de la derecha más extrema sueñen con la defunción de estos incómodos e irredentos trovadores que alumbraron "Lucía", "No hago otra que pensar en ti", "Cançó de matinada", "Contigo", "Que se llama soledad" o "De purísima y oro".

El mundo parece hundirse pero siguen corriendo abundantes lágrimas por las mejillas del sentimiento, por las mejillas de los tres minutos que duran las canciones eternas, las canciones que no son flor de un día ni moda pasajera para consumo de adolescentes. Por todo ello resulta maravilloso volver a encontrarse en un escenario con Serrat y con Sabina, dejarse llevar por la catarsis, por el fervor, por la devoción multitudinaria, de Cádiz a Buenos Aires, de la patria de Camarón a la de Gardel. En esta España del desprecio y la vileza, de la bajeza política y moral, queda siempre espacio para la canción más hermosa del mundo, la que traen en sus manos soñadoras Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat.

CARMEN DE LA JARA

Arropó con su voz hace un lustro la presentación de Yupanqui, coplas del payador perseguido. A partir de ese momento Carmen de la Jara forma parte de mis amistades más preciadas y es cómplice musical de muchas de mis aventuras literarias. Su talla de cantaora no hace falta detallarla. Escrita está por los flamencólogos. Se sabe que ha bordado los palos más exigentes del flamenco y también que su voz domina una serie de registros que le permiten acercarse a otros géneros musicales. Por eso mismo hizo suyo a Yupanqui y por eso mismo ha grabado un disco como Puerto de Indias que liga los cantes de Cádiz con los que vienen del otro lado del Atlántico. El resultado es espléndido, está cuajado de luz, de sonoridad, de vibrante musicalidad. En todo ello algo tiene que ver la impecable producción musical de Juan José Alba que crea el marco idóneo para el lucimiento de la cantaora gaditana.

En Puerto de Indias aparece Mariana Cornejo con su gracia canora y suenan los ecos de la guajira flamenca que clavó Chano Lobato, las cuecas que solía silbar Pablo Neruda, el lírico temblor de una vidalita argentina que vierte la flor cadenciosa de su melancolía. La guajira flamenca "Yo no digo" la cantan y bordan Javier Ruibal y Carmen de la Jara con Juan José Téllez dejando la impronta de su huella lírica. El repertorio seleccionado del folclore americano es llevado al compás flamenco, como hacían los antiguos que absorbían todo lo que llegaba de lejanas tierras. Y como parte de ese compás, de esa raíz flamenca y universal, suenan "El manisero", "La sandunga" o "María Chechena" con su caricia festera.  

Puerto de Indias incluye fuera de programa "Desde la torre", adaptación musical de un poema original de José Manuel García Gómez. Cuando preparé con Pepe Freire el documental En medio de las olas sabíamos que en ese homenaje a mi padre no podía faltar la voz blanquísima de Carmen de la Jara. Le pasé aquel poema titulado "Cádiz desde la Torre Tavira" en la que el poeta gaditano divisaba su blanca ciudad trimilienaria desde lo alto de la Torre Tavira. En ese ejercicio poético cabe la oda encomiástica pero también el retrato de la indolencia que parece sumir a la ciudad en un estado de letargo crónico. El poema cayó en manos de Juan José Alba que le halló la música que estaba esperando, dándole unas alas que yo jamás hubiera imaginado.

Mi padre se sentiría feliz con esta adaptación musical de sus versos que permanecerán siempre en esta grabación sonora de Carmen de la Jara. En la presentación de Puerta de Indias en el Teatro Falla "Desde la torre" sonó imponente con una introducción que difería de la grabada originalmente para el documental. Había mucho que celebrar esa noche en el Falla, mucho que compartir con Carmen de la Jara. No sólo se trataba de la puesta de largo del disco sino de celebrar el acompañamiento de mis amigos Al&Cris Tango en "Vidalita" o la aparición en escena de Alejo Martínez que dibujó "El malecón de Cádiz" y trajó un trozo de Cuba al escenario. Todos participaron de la fiesta de un disco que engarza con las conmemoraciones que la ciudad de Cádiz se apresta a vivir en este 2012 de tantísimas incertidumbres.

jueves, 5 de enero de 2012

MÁS AL SUR DE LA QUIMERA


Más al sur de la quimera habita un artista íntegro y maravilloso llamado Javier Ruibal, de profesión cantautor, en el sentido más musical del término. Ha sido un placer escribir este libro dedicado a sus canciones. Ediciones Mayi ha realizado un trabajo soberbio a la altura del personaje retratado. Dedicamos muchos ejemplares en la librería Manuel de Falla de Cádiz donde hace años que me siento como si estuviera en mi propia casa. En La Voz de Cádiz Rocío Vázquez dedicó un hermoso reportaje al libro titulado Confesiones entre trovadores. Su texto resume a la perfección las sensaciones que conforman las páginas de Javier Ruibal, más al sur de la quimera.

Después de la firma, de la puesta de largo de este hijo bien parecido, nos fuimos a compartir cervezas y risas, a celebrar la vida, a seguir urdiendo tramas contra el paso del tiempo. Se unió a la fiesta ese gigante de la música y de la percusión llamado Guillermo McGill que lo mismo te habla de María Zambrano que del poderoso magnetismo del flamenco. Departimos también con el escritor gaditano Daniel Heredia, biógrafo de Pasión Vega. La vida merece la pena por estos momentos de amistad que proporciona la literatura en todos sus ámbitos. Después de las cervezas salí a la noche y creí ver a la luna sonriéndome al sur de su propia quimera.