BIOGRAFÍA

En la obra de Luis García Gil (Cádiz, 1974) conviven de manera absolutamente personal literatura, cine y canción de autor. En el ámbito de la canción ha publicado Serrat, cantares y huellas, Serrat y Sabina a vista de pájaro, Jacques Brel, una canción desesperada, Javier Ruibal, más al sur de la quimera y Joan Isaac, bandera negra al cor. Su amor al cine ha dado como fruto el libro François Truffaut publicado por Cátedra y el guión y producción del documental En medio de las olas dedicado a su padre el poeta José Manuel García Gómez. También ha producido el documental Vivir en Gonzalo que ha dirigido Pepe Freire y en el que se profundiza en la obra de Gonzalo García Pelayo. Como poeta es autor de La pared íntima, Al cerrar los ojos y Las gafas de Allen. Es autor además del libro José Manuel García Gómez, un poeta en medio de las olas.




lunes, 26 de noviembre de 2012

SEBASTIÁN VIBERTI



El cromo de Sebastián Viberti nos mira desde la lejanía de un tiempo ya perdido. Aquel Málaga de la temporada 1973-74 quedó séptimo en la liga española por delante del Real Madrid de Pirri, Amancio, Netzer y compañía. Aquel Málaga conversaba tangos a través de Viberti, de Guerini o de Vilanova. Viberti ya había dado sus mejores años al equipo de La Rosaleda. Aquella temporada no marcó ningún gol pero disputó veintidós partidos. Se cruzó con Cruyff en el Camp Nou en jornada aciaga porque el Barça le endosó un contundente cuatro a cero al Málaga con doblete de Marcial. Pero Viberti dejaba huella en la hierba que pisaba como esos mediocampistas que se saben dominadores del espacio, sutiles en la forma de acariciar el cuero y buscar la portería contraria. 

A muchos el nombre de Viberti les sonará a infancia, a cromo repetido, a glosa balompédica. Antes de jugar en el Málaga lo hizo en el San Lorenzo de Córdoba y en el Huracán de Argentina. Muchos recuerdan su figura corpulenta, su larga cabellera y esos pies inmensos con los que conducía la pelota. Decir Viberti es acordarse de aquel plantel del Málaga con Deusto en la portería, con Migueli, con Álvarez o con el ya referido Guerini que marcó el gol con el que el Málaga venció al Madrid en La Rosaleda aquella temporada 1973-74. 

El fútbol es historia, relato soñado de infancia y adolescencia. Nos acordamos del cromo de Viberti, de las botas de los futbolistas que yacen bajo tierra, de la melancolía del fútbol que no vuelve. En Cádiz tuvimos a Mágico González y en Málaga tuvieron a Viberti a quien quiso el Real Madrid y el Valencia de Di Stefano. Al finalizar la temporada 1973-1974 el argentino ficharía por el Gimnastic de Tarragona donde terminaría su lustro dorado en la liga española.  

A vista de pájaro

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A vista de pájaro, un álbum en Flickr.
Fotos de la presentación gaditana del libro Serrat y Sabina a vista de pájaro. Fotos de Fernando Fernández.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

VERSOS DE NOVIEMBRE

Por recitales como el compartido la otra noche en el Pay Pay de Cádiz con Raquel Lanseros y Rosario Troncoso merece la pena el muchas veces ingrato oficio de poeta. El audio que sigue es reflejo de una noche memorable de versos cruzados. Raquel Lanseros está entre nosotros y ya eso es motivo de celebración lírica. Sus recitales se prolongarán en el Colegio Argantonio de Cádiz y en La guarida del ángel de Jerez en un recital coordinado por la también poeta Raquel Zarazaga.
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sábado, 10 de noviembre de 2012

VIVIENDO EN GONZALO


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El cine de Gonzalo García Pelayo merecía la retrospectiva y el seminario que le está dedicando el Festival de Cine Europeo de Sevilla. Sus películas constituyen un ciclo vital que refleja el espíritu de una época particularmente convulsa pero también luminosa por lo que tuvo de esperanza, de multitudes guiadas por un mismo anhelo de libertad. Vivir en Sevilla es la que mejor define la poética de Gonzalo y es una película absolutamente indispensable en mi propia formación cinéfila. Esa película nos unió a Gonzalo y a mí cierta sobremesa conileña de sosegada conversación.

Pasado el tiempo uno celebra que Gonzalo como cineasta haya sido revisado/reivindicado/agasajado de un modo tan sesudo en un seminario titulado Penetrar la alegría. La conferencia que pude escuchar en su totalidad fue la titulada ¿Y si GGP hubiera filmado Athanor? Cartografía e imaginario en el cine de GGP. La impartieron Francisco Algarín, editor de la revista Lumière y el crítico Alfonso Crespo. En este mano a mano hubo mucha pasión a la hora de establecer conexiones entre el cine de Gonzalo y el de otros cineastas europeos.

Philippe Garrel dio título a la charla pero también hubo otros cineastas que fueron relacionados con el cine de Gonzalo. En mi caso disfruté sobre todo con la parte dedicada al gran cineasta Jean Eustache, autor de esa obra maestra titulada La mamá y la puta que incomprensiblemente no conoce edición en DVD. Las conexiones muy íntimas de Gonzalo con Eustache constituyen curiosamente el eje de una novela que tengo medio escrita y duerme en un cajón el sueño de los justos. Más allá de estas conexiones cinéfilas que es legítimo establecer creo necesario mirar el cine del modo que lo hacían Truffaut, Cabrera Infante, José Luis Guarner o Homero Alsina Thevenet. Es ese placer de la mirada que evita la espesura y busca la claridad que viene del entusiasmo y de la capacidad de plasmar ese entusiasmo y hacer partícipe a la audiencia de él. Es éste quizá el mejor modo de hallar una respuesta sensible en el público y que éste no deserte de un tipo de cine alejado de las propuestas más convencionales. Es una labor pedagógica que a todos nos incumbe. Quiero decir con esto que tanta fiebre analítica no debe hacernos olvidar lo esencial que es acudir al cine de Gonzalo García Pelayo sin prejuicios ni excesos comparativos, penetrando precisamente en esa alegría que habitó con su cámara, en esa primavera de los sentidos que florece particularmente en Vivir en Sevilla, que está en las improvisaciones de Silvio, en la ciudad luminosa y constante que penetra en el objetivo de la cámara o en el cuerpo de Ana Bernal- la protagonista femenina- que llora cuando sus ojos se cruzan con el rostro atribuido y atribulado de la Macarena. 

El seminario se cerró con un encuentro con Gonzalo García Pelayo, Javier García Pelayo (productor, actor y guionista), José Enrique Izquierdo (Dtor. De Fotografía y montador) y Rosa Ávila (actriz de Frente al mar). La mayor parte de ese encuentro puede escucharse en el audio que acompaña a estas líneas. El audio no tiene desperdicio. Tampoco lo tiene la encomiable labor que la redacción de Lumière ha realizado para montar esta retrospectiva de Gonzalo García Pelayo. Enhorabuena al Festival de Sevilla y a su director Cienfuegos por hacerla posible.

lunes, 5 de noviembre de 2012

RAPHAEL SIGUE SIENDO AQUEL


Tenía mis reservas. Lo reconozco. Era mi primer recital de Raphael, leyenda viva de la canción española o bestia pop en palabras del nada sospechoso Rodrigo Fresan. Ante figuras de la talla de Raphael es conveniente dejar de lado los prejuicios. Raphael ha sido eternamente cuestionado pero ahí sigue en primera línea y con una fuerza en el escenario ciertamente envidiable. 

Jordi Sierra i Fabra y Martín J. Louis publicaron en 1973 un magnífico libro titulado Mitología pop española. Casi todos los artistas españoles del momento aparecían en esas páginas. La entrada dedicada a Raphael daba cuenta de la dificultad de analizar al mito. En aquel libro se decía que lo fácil era cargarse a Raphael, ponerle motes, buscarle la mentira, y lo difícil reconocer su calidad, su españolismo y su dimensión internacional. Se destacaba además su manera teatral de entender la canción. Esa puesta en escena efectista y grandilocuente ha constituido desde siempre su sello personal. En su doble recital gaditano lo volvió a demostrar. 

Jesús Torbado trató también de analizar el fenómeno en un texto que tituló Raphael: El éxito de un tonadillero clásico. Ese texto formó parte de la Gran Enciclopedia de la Música Pop que coordinaron en su día José María Iñigo y el propio Torbado. Relacionar al niño de Linares con el espíritu de la tonadilla suponía un acierto. Toda ese repertorio barroco de gestos viene de esa tradición, de la bata de cola besando un escenario de la posguerra. Lo que Torbado cuestionaba de Raphael no era su buena voz ni tan siquiera su amaneramiento sino su manera de publicitar su figura explotando el sentimiento maternal de los públicos femeninos e incluso de personas retrasadas mentales que podían tener la foto del artista junto a un crucifijo. La forma con la que Torbado describía cierto público femenino que idolatraba a Raphael deja entrever que no entendía el fenómeno ni que fuera el artista español más internacional en aquel momento en el que sólo Serrat le discutía el reinado con una propuesta radicalmente diferente. Aquella España del 73 se dividía entre Raphael y Serrat y esa pugna se podía seguir a través de la revista Mundo Joven que ese mismo año dejaba de editarse. 

Mucha lluvia ha empapado los cristales desde la redacción del texto de Jesús Torbado pero Raphael permanece inasequible al desaliento. Su puesta en escena en el Teatro Falla no tuvo fisuras. Tampoco su voz ni su modo de mantener vivo ese repertorio histórico que hizo a su medida el gran Manuel Alejandro. Raphael es mucho Raphael. Para bien o para mal. Puedes ir con todos los reparos del mundo pero termina ganándote por su manera de vivir el escenario. Cantó buena parte de sus clásicos. Hizo una trepidante "Qué sabe nadie" y una intensa "En carne viva". Todo fue tan excesivo como corresponde al personaje. Hizo de Gardel y de sí mismo, conocedor de todos los recursos del oficio. Sonó hasta la "Balada de trompeta" que siempre me ha estremecido. Otra cosa fue su versión de "Cantares" de Serrat. En ese registro el incombustible Raphael pierde pie porque no están hechos los versos de Antonio Machado ni las formas de Serrat a su desmesura. 

Pero Raphael te gana por esa fuerza telúrica que desprende, por esa inagotable manera de derramarse.  Hay mucha escuela francesa en quien pisó el Olympia de París y otros escenarios célebres. El de Linares nos hace pensar en un tipo de canción melódica que ya no existe. El tiempo pasa pero Raphael sigue siendo aquel. Y eso que yo iba con todas las reservas. Pero el tipo, intachable y generoso, conquistó hasta a los escépticos. 

jueves, 1 de noviembre de 2012

MI PADRE

El amigo Juan de la Plata me hace llegar esta foto de mi padre. Me emociona encontrar nuevos testimonios de su labor encomiable en defensa de la cultura andaluza. Aquí disertaba sobre poesía y flamenco invitado por la Cátedra de Flamencología de Jerez. La imagen no está fechada pero puede ser de principios de los años sesenta. El acto se celebró en el marco privilegiado del Alcazar y se programaba dentro de los Cursos de Verano que la Universidad de Sevilla organizaba en Cádiz.

En vísperas del día de los difuntos me sigo acordando de mi padre, trato de ser poema del mismo modo que él lo fue y acaricio con mis manos los mismos libros que él acariciara. Abro En un vasto dominio de Vicente Aleixandre o Plenos poderes de Pablo Neruda y siento que esos libros que le pertenecieron me pertenecen a mí ahora. Puede advertirse en la imagen el perfecto aliño indumentario del que hablaba el poeta arcense Antonio Hernández y esa dicción clara y profunda que hoy resulta tan difícil de hallar en los poetas que ahora escriben y recitan. Cierta elocuencia y ciertos modos parecerían hoy extemporáneos pero no debieran serlo. Uno que ama la cancíón francesa cree y mucho en la puesta en escena, en la forma en que uno debe revelar el canto, el sonido de las palabras. Hay poetas que vistos en directo producen más bien rechazo. Otros, en cambio, son capaces de hacer de la poesía una forma nada fingida de vivir y de sentir. De ese modo logran inculcar el veneno de la poesía al prójimo. Mi padre era uno de ellos.

Hay acordes hechos de eternidad que pueden escucharse contemplando todo lo que revelan en su interior las viejas fotografías. Lo que sucedió hace mucho regresa en el silencio. Queda la imagen, los folios esparcidos en la mesa, el blanco cuello de la camisa, la botella de fino oloroso que endulza la garganta. Todo eso y mucho muestra esta imagen perdida en la noche de los tiempos.