BIOGRAFÍA

En la obra de Luis García Gil (Cádiz, 1974) conviven de manera absolutamente personal literatura, cine y canción de autor. En el ámbito de la canción ha publicado Serrat, cantares y huellas, Serrat y Sabina a vista de pájaro, Jacques Brel, una canción desesperada, Javier Ruibal, más al sur de la quimera y Joan Isaac, bandera negra al cor. Su amor al cine ha dado como fruto el libro François Truffaut publicado por Cátedra y el guión y producción del documental En medio de las olas dedicado a su padre el poeta José Manuel García Gómez. También ha producido el documental Vivir en Gonzalo que ha dirigido Pepe Freire y en el que se profundiza en la obra de Gonzalo García Pelayo. Como poeta es autor de La pared íntima, Al cerrar los ojos y Las gafas de Allen. Es autor además del libro José Manuel García Gómez, un poeta en medio de las olas.




lunes, 30 de diciembre de 2013

LA MONTONERA



Cruzo varios correos con Diego A. Manrique, célebre critico musical, al que siempre agradecí sus deferencias públicas a Serrat, canción a canción. Diego anda tras los pasos de "La montonera", canción maldita de Serrat que no forma parte de su discografía oficial. En mis libros sobre Serrat no le supe otorgar a la canción el lugar que le corresponde, dejándome llevar por el desapego que el cantautor catalán ha tenido con esta canción casi clandestina de su repertorio que aúna testimonio y lirismo a un tiempo. 

"Con esas manos de enjugar sudores/ con esas manos de parir ternura..." cantaba Serrat a la utopía montonera en una grabación de incierta procedencia que podía escucharse al final del documental Cazadores de utopías de David Blaustein con arreglo posterior de Litto Nebbia. La montonera de los versos de Serrat parece ser Maria Anne Erize Tisseau, atribución que el cantautor catalán no ha confirmado en ninguna entrevista. Algo de su historia ha contado Manrique en un espléndido artículo titulado Serrat y su montonera que ha publicado en las páginas de El País. "La montonera" presenta algún paralelismo con "Edurne", una canción de Serrat que corrió mejor suerte y que también viene a personificar en la lucha de una mujer -en este caso vasca- un sueño de revolución, de cambio social, de ruptura frente a un contexto represivo. 

Manrique me incita a preguntar sobre "La montonera", a revisar papeles, a recomponer cierta epopeya argentina de Serrat. Hablo con Ricardo Ottonello, viejo amigo argentino, responsable de que allí se editara Serrat, canción a canción con prólogo de Fontanarrosa. Me dibuja toda un paisaje histórico por el que pasea la canción y termina apuntándome que "La montonera" es una de las más magistrales piezas de psicología política que hayan podido escribirse. Es una pieza que prueba hasta que punto a Serrat la realidad argentina no le era ajena desde que surgiera el idilio con el país en su primera visita en 1969: "Sólo un montonero de corazón como Serrat habría podido escribir ese reproche al padre, que aún hoy muchos siguen disimulando cada día en la política argentina" me apunta lúcido y profundo Ricardo Ottonello deteniéndose en los versos que Serrat toma de El Cid ("que buen vasallo sería/ si buen señor tuviera...") y que suponen cierta desmitificación del peronismo como también refiere Manrique en su artículo.  

Cada verso de "La montonera" posee un sentido histórico que refleja la convulsión política y social del momento, una convulsión comparable a la que sufría la propia España del tardofranquismo que vetaba reiteradamente al cantautor catalán exigiéndole viejas cuentas por su renuncia a la pantomima eurovisiva. Penetramos al rescatar "La montonera" en el bosque tupido de los años setenta, los más intensamente creativos de Serrat, donde da a luz algunas de sus mayores obras. En ese contexto aparece con su halo de misterio "La montonera" con la voz de Serrat subrayando su anhelo, el eco sonoro de su lucha que situaba en las veredas de 1969, el mismo año que el cantautor difundía en un histórico elepé la poesía de Antonio Machado, como si de pronto pudieran fundirse el milagro de la primavera del olmo seco hundido por el rayo con la primavera soñada por los montoneros.