BIOGRAFÍA

En la obra de Luis García Gil (Cádiz, 1974) conviven de manera absolutamente personal literatura, cine y canción de autor. En el ámbito de la canción ha publicado Serrat, cantares y huellas, Serrat y Sabina a vista de pájaro, Jacques Brel, una canción desesperada, Javier Ruibal, más al sur de la quimera y Joan Isaac, bandera negra al cor. Su amor al cine ha dado como fruto el libro François Truffaut publicado por Cátedra y el guión y producción del documental En medio de las olas dedicado a su padre el poeta José Manuel García Gómez. También ha producido el documental Vivir en Gonzalo que ha dirigido Pepe Freire y en el que se profundiza en la obra de Gonzalo García Pelayo. Como poeta es autor de La pared íntima, Al cerrar los ojos y Las gafas de Allen. Es autor además del libro José Manuel García Gómez, un poeta en medio de las olas.




domingo, 27 de octubre de 2013

MANOLO ESCOBAR



En su libro Subliteraturas (Ariel, 1974) Andrés Amorós le dedicaba un capítulo al atávico cancionero de Manolo Escobar al que situaba en un mismo plano que las novelas de Corín Tellado. Manolo Escobar representaba el gusto popular de una España anclada en los tópicos y en sus grabaciones imperaba un folclore andaluz abaratado y convencional como Amorós recalcaba en su aproximación al mito. 

Álvaro Retana en su Historia de la Canción Española (Editorial Tesoro, 1967) destacaba su personalidad artística, la perfección de su mímica, su porte escénico. Para Retana "Espigas y amapolas" -por citar un ejemplo- era una canción españolísima y eso ya era situarla en el territorio de la virtud.  

Entre el panegírico de Francisco Robles en las páginas de ABC y el desprecio que otros le tributaron podría buscarse un termino medio porque Manolo Escobar era un gran artista popular cuyo carisma estaba muy por encima de sus canciones. 

Jesús Torbado vaticinaba en 1972 la desaparición de la canción española. De algún modo Manolo Escobar era un epígono, un resistente de un movimiento agonizante que había tenido su máximo apogeo en la primera posguerra. "Todo el viejo subdesarrollo cultural español aparece elevado a la categoría de mito en estas canciones", apuntaba Torbado sobre Manolo Escobar en su entrada dedicada a la canción popular en España que a su vez formaba parte de la Gran Enciclopedia de la Música Pop. 

Al tiempo que Raimon desarrollaba un cancionero crítico y riguroso, de una exigencia ética y estética innegable, Manolo Escobar imponía su personalidad en las listas de éxitos con canciones que idealizaban la vida amorosa y cotidiana con un regionalismo y un patriotismo que podían resultar anacrónicos en aquel momento histórico que parecía exigir otro tipo de planteamiento. Pero a Manolo Escobar no le interesaba hacer política en sus canciones aunque grabar "Que viva España" en 1973 podía contener más política encubierta que "La Estaca" de Llach. Eran como dos discursos contrapuestos, como dos formas o maneras de entender la canción en un contexto tan delicado como era el que marcaba el franquismo, tan agonizante en aquellos años como la propia canción española. 

En el libro Mitología pop española de Sierra i Fabra y Martín J. Louis (Ediciones Marte, 1973) no podía excluirse a Manolo Escobar como gran icono musical de una España tradicional y reaccionaria que no sintonizaba con el clamor lírico de los cantautores. Los autores de aquel libro terminaban reconociendo en Manolo Escobar a un artista único que había sabido labrarse la consideración de un público poco exigente pero indudablemente representativo del sentir popular y emocional de un país. 

Los biógrafos de Manolo Escobar lo describían como un luchador nato, alguien que se había hecho a sí mismo y cuya sinceridad  artística había encontrado respuesta de una audiencia multitudinaria que se sabía de memoria sus canciones, entre ellas "El Porompompero" o "Mi carro" que sonaron en su recital de hace algunos años en el Teatro de las Cortes de San Fernando. Allí comprobé in situ el carisma del viejo ídolo popular que aún en las postrimerías de su arte seguía defendiendo con uñas y dientes la vieja canción española.

Como actor Manolo Escobar representó un cine muy alejado del que anhelaban aquellas famosas Conversaciones de Salamanca. Películas intrascendentes pero a las que acompañaba el éxito porque Manolo Escobar no hacía otra cosa que prolongar sus éxitos discográficos en la gran pantalla. Ramón Torrado fue quien mejor supo explotar la faceta cinematográfica del artista almeriense con tres títulos de gran popularidad: Mi canción es para ti, Un beso en el puerto y El padre Manolo. Su filmografía proseguiría con una serie de películas a las órdenes de José Luis Sáenz de Heredia y con Concha Velasco como pareja artística. 

La bonhomia del personaje dificulta un análisis riguroso de un cancionero cargado de tópicos sentimentales pero que indudablemente hizo feliz a muchas personas. Su último adiós careció de la presencia que merecía de parte de sus compañeros de oficio, de aquellos que le debían muchas cosas al artista popular e itinerante. Descanse en paz.