BIOGRAFÍA

En la obra de Luis García Gil (Cádiz, 1974) conviven de manera absolutamente personal literatura, cine y canción de autor. En el ámbito de la canción ha publicado Serrat, cantares y huellas, Serrat y Sabina a vista de pájaro, Jacques Brel, una canción desesperada, Javier Ruibal, más al sur de la quimera y Joan Isaac, bandera negra al cor. Su amor al cine ha dado como fruto el libro François Truffaut publicado por Cátedra y el guión y producción del documental En medio de las olas dedicado a su padre el poeta José Manuel García Gómez. También ha producido el documental Vivir en Gonzalo que ha dirigido Pepe Freire y en el que se profundiza en la obra de Gonzalo García Pelayo. Como poeta es autor de La pared íntima, Al cerrar los ojos y Las gafas de Allen. Es autor además del libro José Manuel García Gómez, un poeta en medio de las olas.




martes, 5 de agosto de 2014

ANTONIO MACHADO Y EL VERANO



1. Releer Campos de Castilla, anotar de nuevo el deslumbramiento de los versos del poeta sevillano que cada vez canta mejor. Machado, al que muchos convirtieron en canción, reviviendo su verso en elepés que hoy desempolvamos de los cajones. Me acordé del poema "Galería" cantado por Hilario Camacho (De paso, 1975) y del comentario entusiasta que de él hiciera Juan Ramón Jiménez y que encuentro en el libro El trabajo gustoso (conferencias) del poeta de Moguer: 
Desgarrada la nube; el arcoiris
brillando ya en el cielo,
y en un fanal de lluvia
y sol en campo envuelto...

El agua en los cabellos de la amada, la modernidad de un poema descriptivo, hondo, amoroso, que Hilario Camacho recrea ejemplarmente con su canción grabada en el sello GONG de mi querido Gonzalo García Pelayo. 

Y todo en la memoria se perdía/ como una pompa de jabón al viento. Tiene el verano forma de pompa de jabón que el viento conduce al infinito. Uno mira a su hija en la plenitud de agosto y sabe que el instante pasa, que en los ojos pesa lo fugaz de todo lo que vive y sueña. 

2. El verano y las moscas a su modo forman una composición naturalista. El poema machadiano revolotea en torno de los cuerpos que se aman, de los bañistas que salen del agua, del típico chulo de playa que zumba por la orilla cual pertinaz mosca. El poema que se mira en los ojos de la adolescente que se quita el bikini para sentirse mujer en la cala profunda del sueño. El poema que agita las alas, que se llena de espuma, que conoce el ritmo fugitivo de las mareas. 

Antonio Machado incluyó "Las moscas" en su libro Soledades como parte de la serie que lleva por nombre humorismos, fantasías y apuntes. El poeta simboliza en las moscas la vida porque ellas son testigos de infancia y adolescencia y finalmente se posan en los párpados yertos de los muertos. Alberto Cortez fue de los primeros en cantar al poeta, riesgo que le ocasionó más de un vituperio. Entre los poemas que seleccionó para su disco estaba "Las moscas" en felicísima adaptación musical. Cuando Serrat grabó su elepé dedicado a Machado (Zafiro-Novola, 1969) grabó la versión de Alberto Cortez, haciéndola más popular dada la enorme repercusión que alcanzaría su disco dedicado al poeta. 

La influencia de Machado continúa en los poetas de hoy. Raquel Lanseros en su libro Las pequeñas espinas son pequeñas incluye un poema titulado "La mosca" que nos hace evocar el poema de Antonio Machado con el que termina dialogando. "Esa mosca que animosa surca/ la somnolencia del final de agosto/ explora, busca, indaga, curiosea/ revolotea vivaz, encauzada al sustento/ vuelve de escudriñar/ tan otra y tan la misma". La mosca que termina posándose en el muslo al sol de la poeta igual que ayer se posara en la carta de amor o en el librote cerrado o en el juguete encantado. "Esta mosca -concluirá Raquel- soy yo/ y mi mano es el tiempo". 

3. Pensar en Antonio Machado, en aquel verano de soledad profusa en el que lloraba la muerte de Leonor Izquierdo, su amada. Acordarse de aquellos versos de "Una noche de verano" que formaban parte del magistral Campos de Castilla. Esa noche de verano en la que estaba abierto el balcón y en la que penetró la muerte en la casa, rompiendo un hilo entre el poeta y Leonor. La voz flamenca de Calixto Sánchez cantó estos versos con poderosa convicción en un hermoso disco machadiano que de alguna manera reforzaba la vinculación del flamenco con el poeta que jamás desdeñó de lo popular y del cante hondo aunque criticara la España dócil y vulgar de charanga y pandereta, del flamenco más típico y tópico. 

4. En el verano de 1969 Serrat aparecía en las listas de éxitos con su disco dedicado al poeta. Al lado de Palito Ortega y de "La chevecha" aparecía Serrat con "La saeta" o con "Cantares". La revista Mundo Joven resulta un termómetro incomparable de aquel furor machadiano vilipendiado por la cátedra. El éxito del disco de Serrat constituyó una forma de abofetear a la industria musical más conservadora, situando a un poeta republicano, muerto camino del exilio, en el hit parade, en lo más alto de las listas. 

El ídolo popular, en manos del astuto Lasso de la Vega, encuentra en Machado una referencia fundamental que influirá en su cancionero futuro. El olmo seco, los proverbios y cantares, la España heladora, el hombre del casino provinciano. Son varios los Machados que Serrat acoge en su voz trémula y juvenil con los arreglos ciertamente rompedores de Miralles. Hay un antes y un después del disco machadiano de Serrat cuya publicación coincide con su primera gira por el continente americano. Se empieza a escribir el primer capítulo de la intensa historia del cantautor catalán en países como Argentina, Chile o México.  

De mi archivo serratiano rescato un cuadernillo del recital de presentación del disco en el Teatro Rambla de Tarrasa. El programa incluye una primera parte de éxitos en catalán (de "Com ho fa el vent" a "M' en vaig a peu") y una segunda dedicada enteramente al disco de Machado que abre "Cantares" (llamados aquí "Cantares de Antonio") y cierra "Parábola". Como curiosidad el cuadernillo incluye un texto laudatorio de Alberto Puig Palau al que pronto Serrat inmortalizaría en la canción "Tío Alberto". 



5. La obra de Machado también encontrará cobijo en el pop español de los años ochenta. Gabinete Caligari graba en el verano de 1987  la excelente "Camino Soria" para su elepé homónimo. La canción no es sólo un canto emocionado a un paisaje que Machado inmortalizara en Campos de Castilla. Es también un homenaje explícito al poeta que no era un ganapán (DRAE: Hombre rudo y tosco): 


Bécquer no era idiota ni Machado un ganapán
y por los dos sabrás que el olvido del amor
se cura en soledad, se cura en soledad, 
a la ribera del Duero existe una ciudad,
a la ribera del Duero mi amor te espero...
Voy Camino Soria, ¿tú hacia donde vas? 

Jaime Urrutia une a Bécquer y a Machado. Tal como hará Juan Ramón Jiménez en una de sus conferencias ya citadas cuando al releer el poema "Galería" de Machado comenta: "¿Qué añadir sino el silencio convencido de todos? Y con este poeta casi siempre abierto, el más profundo, con Bécquer del siglo XIX (Unamuno es más del XX)"

6. Machado y el verano, el sol de agosto sobre el paisaje castellano, la sombra de Leonor y la imagen de un álamo en la imagen cierta del poema. Huir de la gente que va apestando la tierra, dibujar acaso en el paisaje un verso que nos devuelva un resto de infancia. 

*Esta entrada está inspirada en la primera de mis colaboraciones de verano para el programa El público de Canal Sur Radio que presenta Salud Bottaro. 

SÁLVAME


Recuerdo que me partí un brazo jugando al fútbol. Y que en las duras sesiones de rehabilitación había un televisor en el que siempre estaba sintonizado el programa Sálvame (Tele 5). Debía ser su primer año de existencia. Uno sufría por su brazo que debía recuperar musculatura y sufría también por el espectáculo que veía en la pantalla en el que la histeria, el exabrupto y el desafuero se adueñaban de una serie de personajes ciertamente pintorescos. Pasado el tiempo Sálvame resiste como clásico de la sobremesa televisiva y como signo de los tiempos que corren. 

La foto de Ouka Leele tiene su miga. En ella se dan cita los protagonistas de ese engendro televisivo que cumple un lustro de existencia. Lo peor de todo es el encumbramiento de este espacio por parte de medios y de periodistas supuestamente serios. El exquisito Vicente Verdú escribía en las páginas de El País un panegírico al programa y lo situaba en la órbita de Tennessee Williams quien debe estar revolviéndose en su tumba. Su artículo titulado "El circo de las fieras" no tiene desperdicio. Me consta que Verdú es un tipo serio e inteligente que no escribe poseído por ninguna sustancia alucinógena. Si le gusta Sálvame allá él. Su artículo se une a otras perlas del repertorio de quien ha sido capaz de relativizar el valor de la lectura y calificar al elenco de Sálvame de admirable. 

Algunas de nuestras miserias habitan en este tipo de espacios en el que todo lo justifica la audiencia. Sálvame viene a refrendar el fracaso de la televisión como medio pedagógico, su renuncia a cualquier intento de ofrecer un producto digno dentro de un concepto de entretenimiento televisivo. El triunfo del programa es como un espejo en el que se retratan muchos españolitos y españolitas de a pie que encumbran a personajes como Belén Esteban y compañía.  Todo ello conducido por Jorge Javier Vázquez (Premio Ondas) o por la genuina Paz Padilla que no se habrá visto en otra. Ellos orquestan la incontenible verborrea de tan ilustres tertulianos, de tan admirable elenco (ay Verdú) que son parte de una España huera y casposa que no termina de irse. 

Hay cosas peores -eso sí- en este feo mundo inmundo al que cantaba Aute, cosas en forma de guerras pretendidamente legítimas que arrancan vidas, descuajan infancias y dañan colateralmente. Pero Sálvame es un síntoma de que algo no marcha bien, de que este tipo de programas sobran en esa corriente de regeneración que muchos proclaman. 

La muy moderna Ouka Leele estará contenta. Ha fotografiado la posmodernidad y la impostura en los rostros televisivos de Kiko Matamoros, Terelu Campos, Rosa Benito y compañía. Me da pereza recordar el admirable elenco uno por uno. En Sálvame importa poco la falta de principios, de escrúpulos que viene a regir este tipo de programas made in Tele 5. Tampoco importa el vacío, la nimiedad, la miseria de los contenidos, el asalto a la intimidad con la complacencia de los que hoy merecen el calificativo de famosos, sin oficio que justifique tan pingües beneficios, esa forma de vivir del cuento y sacar pecho por ello. Todo termina valiendo para hacer caja y mantener vivito y coleando  el interminable chollo de Sálvame y su colofón semanal (o colocón, otro guiño a Aute) llamado Sálvame deluxe, prolongación noctámbula del esperpento, de esta bicha televisiva que nos define.

lunes, 7 de julio de 2014

VICENTE ALEIXANDRE

Mi padre cruzaba cartas, olas, espumas, odas febriles con Vicente Aleixandre quien llegó  a colaborar en un número de la revista Caleta. La posguerra azotaba como racheado viento de levante pero algunos encontraban una forma de resistencia en la poesía. Para mí Aleixandre nunca fue una presencia ajena y a treinta años de su muerte siento un inmenso placer al releer aquellas cartas.

Madrid a 13 de octubre de 1963: Amigo mío García Gómez: Mil gracias por esa bella nota comentario a un poema mío, escrita además con tanto cariño por usted. Y sigue: La editora de En un vasto dominio es Revista de Occidente. Pero ya he firmado un ejemplar para usted y he dado orden de que se lo remitan. Estoy seguro que esa conferencia suya será muy interesante y lo que siento es no oírla. Ya veo sigue usted trabajando con continuidad y entusiasmo y me alegro mucho. Recuerdos para los amigos. Con mucho afecto y recuerdo siempre. Vicente Aleixandre.

Esta carta me lleva al ejemplar de En un vasto dominio, dedicado por Aleixandre a mi padre donde se indica que el libro procede de la librería Fernando Fe de Madrid sita en Sol, 14. En un vasto dominio es un poemario deslumbrante e inagotable como buena parte de la obra de Vicente Aleixandre al que hoy poco o nada se le cita. ¿Para quien escribo? se pregunta el poeta en el poema inaugural. Pregunta que a muchos acecha. ¿Para quien derramar la amargura del verso, el secreto perfil de sus constelaciones, el eco del misterio, el trazo de la idea, del sueño, del aire...? Me pregunto yo ahora mientras pían los pájaros y sorbo café helado y escucho el ruido de una tubería y pienso en mi amigo Julio Antúnez al que dejé perdido en una novela inacabada. 

Imagino a mi padre leyendo las cartas que Aleixandre puntualmente le remitía. Grandeza y sencillez de quien entendía la poesía humanamente, sin narcisismos innecesarios tan del gusto de poetas de ahora mismo. "El pelo crespo inicia/ la verdad humana" -canta el poeta que le canta a la cabeza, al vientre, al brazo, al ojo que mira y sueña y al sexo. Y a la mano del poeta viejo -trasunto de Lope- que febrilmente aún escribe, aún derrama la tinta oscurísima sobre la hoja crepuscular. 

Leer a Aleixandre en estas tardes largas de verano. Y repasar aquellas cartas dirigidas a mi padre. Madrid, 14 de marzo de 1956. "Mi querido García-Gómez: Aquí le mando un poema para el número de poesía amorosa de Caleta. Me alegra que haya sido posible estar entre ustedes y por primera vez en la revista que con tanto amor hacen. Es mi costumbre, y suelen ser muy amables, corregir yo mismo las pruebas de mis poemas. Mucho le agradeceré me mande las de este original mío en la seguridad de que en 24 horas (también según mi costumbre) estarán de regreso (...)"

La carta prosigue. El poeta se lamenta de no haber podido escuchar una conferencia de mi padre sobre su poesía. Las cartas nos dejan el latido de la escritura, de aquello que fue vida y temblor, promesa y canción de un tiempo que ya no existe.  

Con membrete de la Real Academia Española releo otra carta fechada el 5 de julio de 1957. Aleixandre le dice a José Manuel García Gómez que ha dejado la poesía y que ahora sólo hace trabajos en prosa. Por ese motivo no habrá un poema suyo en el número especial que Caleta prepara sobre poesía andaluza. Y desde Miraflores de la Sierra llegan otra cartas del poeta, todas henchidas de cordialidad, de cercanía, de buenos deseos. 

Joaquín Marco apuntaba en 1969 en la revista Destino a la significación popular de la poesía de Aleixandre: "Gran poeta, no descendió al halago fácil. Su poesía de gran riqueza intelectual guarda el misterio de la creación diaria". Pero no esperen este año  grandes homenajes al poeta. Aleixandre vivió su particular exilio interior pero su enorme poesía no fue nunca complaciente. De Espadas como labios a Historia del corazón la poesía de Aleixandre olía a eternidad pero faltan voceros mediáticos que lo entronicen, de esos que manejan premios y antologías críticas. Recuerden el poema "Se querían" que es uno de los más populares de su obra. Hoy nadie lo recitaría de memoria. "Se querían de noche, cuando los perros hondos/ laten bajo la tierra y los valles se estiran...". 

Triste país que no celebra a Vicente Aleixandre, que no le sitúa en el lugar que le corresponde. Hoy encuentro al poeta, al Premio Nobel, tuteando a mi padre en cartas empapadas de claridad, cartas que viajaban desde el paisaje de Miraflores de la Sierra al mar de Cádiz, al buzón de la calle Cervantes desde donde se armaba aquella entrañable revista llamada Caleta.


domingo, 29 de junio de 2014

ÁNGEL LEÓN Y LA LUZ DEL MAR



No voy a cuestionar los méritos del chef gaditano Ángel León. Ni muchísimo menos. Los tendrá y sobrados. En su campo es un innovador y ahora su campo propicia portadas y programas televisivos. Tanto es así que el cocinero ha alcanzado esa cosa tan dudosa llamada fama que ahora también afecta a los cocineros que son parte de la sociedad del espectáculo.

Perdonen mi perplejidad. "Quiero escuchar a los que tienen algo que decir" se pregunta la escritora Marta Sanz en su libro-ensayo No tan incendiario que resume el estado cultural de nuestro tiempo.  Hoy los que tienen algo que decir no tienen donde decirlo. El conocimiento es un ángel exiliado, una casa ruinosa, un poema inacabado. 

Dice Ángel León que quiere llevar la luz del mar a un plato. Que el comensal coma luz del mar y se sienta superhéroe. La pretensión llevada al arte culinario que es un oficio maravilloso pero que no debiera incorporar lecciones de pomposidad manifiesta. ¿Le han pedido permiso al mar para llevarse su luz...? 

Hay cocineros que se creen como mínimo de la Escuela presocrática. Encuentran filosofía kantiana en una tortilla de patatas. Dicen que para cocinar hay que sufrir, existencialismo sartriano llevado al espacio aromado de los mandiles. Y es que vivimos tiempos culturalmente extraños. La fama y los famosos, la afectación, el elogio de lo intrascendente como también refleja Marta Sanz en su libro cuya lectura aconsejo.  

No cuestiono a Ángel León pero la transmisión de conocimiento exige otras vías. ¿Dónde están los científicos, los que debieran sentar cátedra en auditorios universitarios? Quien no sale en la tele no es tendencia y ya sabemos quienes salen en la tele. 

Andamos algo perdidos o el perdido soy yo. Leo, por ejemplo, Nada se opone a la noche de Delphine de Vigan y hallo en este trozo de vida escrito impagables lecciones de conocimiento, sin ínfulas de ningún orden. En ciertos chefs sucede todo lo contrario. De ellos es ahora también el reino de los ciegos -y digo bien- y la luz del mar robada a los poetas que ya no tienen quienes los lean. 

Esta entrada parte de la lectura de esta noticia: Ángel León, el maridaje perfecto entre fogones e investigación publicada en Diario de Cádiz. 

martes, 24 de junio de 2014

MUNDIALES



Perdonadme pero yo nací con el fútbol. A mi madre debía pesarle el vientre cuando la Holanda de Johan Cruyff trenzaba poéticamente su fútbol total en el Mundial de Alemania. Para mí no ha habido otra selección como aquella, otro ejemplo más claro de ensoñación futbolística que la que forjó este mítico once que rozó la gloria balompédica e inventó el fútbol moderno. Más de uno recordará ese once formado por Jongbloed, Suurbier, Haan, Rijsbergen, Krol, Jansen, Neeskens, Van Hanegem, Rep, Cruyff y Rensenbrink. 

La Holanda de Rinus Michels no pudo ganarle a Alemania en aquella final pero hay victorias escasamente memorables y derrotas absolutamente líricas. La de Holanda fue una de ellas, maneras de perder y de entender el trato con la pelota que aquellos futbolistas habían desarrollado previamente en el Ajax, dominador a principios de los años setenta del fútbol europeo. A mi madre debía pesarle el vientre cuando Johan Cruyff se adueñaba del balón y ensayaba una de sus jugadas inverosímiles. Unos meses más tarde vine al mundo y pocos años más tarde mis padres me fotografiaron con un balón de reglamento que era más grande que yo. 

Hace cuatro años Iniesta dio el primer Mundial a España. Unas horas antes había nacido mi hija. El adulto que ya era se acordó del niño que había sido, de aquel niño que sentía como propios los fracasos mundialistas de la selección, la agonía de esos partidos en los que jugábamos como nunca para perder como siempre. Hasta que le ganamos en la final del Mundial de Sudáfrica a una Holanda muy distinta a la de 1974 y en cierto modo aquella España que tocaba y tocaba debía mucho a la fantasiosa escuadra que lideró Cruyff. 

En mi memoria mundialista se suman las secuencias, los recuerdos  de la niñez donde de pronto aparece Zico (el Pelé blanco), el doctor Sócrates, Paolo Rossi, las zancadas de Kempes, Enzo Scifo o el mismísimo Mágico González enfrentándose a Hungría en el Mundial de España. Recuerdo, por ejemplo, una vaga imagen del mundial de Argentina, del fallo del flaco Cardeñosa ante Brasil y también me vienen estampas atropelladas del Mundial de España (ay Naranjito) del estrepitoso fracaso ante Honduras que vaticinaba un Mundial absolutamente desalentador para aquella desdibujada selección española. También me viene a la mente aquel adolescente que también fui celebrando los cuatro goles de Butragueño en el Mundial de México frente a Dinamarca. Aquel júbilo, aquella explosión, aquella portada de Don Balón (Butragoles creo que decía) preludiaba quizá ese segundo para la eternidad en el que Iniesta puso el balón en el camino de la gloria y del sueño. 

Sólo es fútbol dirán algunos. Pero debéis perdonadme porque yo nací amando este deporte. Por eso siento una especial emoción cuando llega un nuevo Mundial como el de este año en Brasil. Importa poco el fracaso asumido de una selección española absolutamente desconocida y que no ha sabido defender con dignidad el título alcanzado hace cuatro años, el mismo día que nacía mi hija. Con el tiempo uno ama el fútbol como espectador y comprende que no se puede ser sublime sin interrupción y que igual que acabó el ciclo del Barça también lo ha hecho el de la selección española. 

Fútbol es fútbol que dijera el difunto Boskov. Y un Mundial constituye la cima de este deporte, su más perfecta representación. Por eso me acuerdo de mi madre pesándole el vientre, de Holanda y del Mundial del año 1974, el año que yo nací.  

jueves, 12 de junio de 2014

RAQUEL LANSEROS Y FERNANDO VALVERDE


Sin poesía no hay ciudad dicen de forma machacona las pantallas digitales que el Ayuntamiento de Cádiz tiene colocadas por toda la ciudad. Es una gran mentira porque la mayoría de los políticos ni creen en la poesía ni la leen ni la difunden ni la promueven salvo que les pueda otorgar algún tipo de rédito. Sin poesía no hay ciudad pero el recital de Raquel Lanseros y Fernando Valverde no atrajo la atención de ningún político ni tuvo la atención de los medios. No estuvo Onda Cádiz ni Cádiz directo ni Universo gaditano ni Diario de Cádiz. Importan más otras cosas pero sin poesía no hay ciudad.

Esta ciudad es muy complicada. Lo he dicho muchas veces. Si recitara -pongo por caso- Juan Carlos Aragón Becerra todos irían a  hacerle la ola. Si pregonara Ramón Velázquez a la caballa caletera irían a escucharle los futuros pregoneros de Semana Santa con mil ripios de alabanza mariana bajo el brazo. Pero recita una poeta de altura como Raquel y los poetas del Carnaval hacen mutis por el foro. 

La cultura de una ciudad se mide por la respuesta a este tipo de actos. Y créanme que escuchar recitar a Raquel es una experiencia que nos reconcilia con la poesía, con ese fogonazo del verso que hacemos nuestro, que colocamos al lado de nuestras pertenencias más sagradas, como parte de lo que somos. El último libro de Raquel Lanseros se titula Las espinas pequeñas son pequeñas y es una joya. Con Raquel Lanseros vino Fernando Valverde, otro poeta que ha alcanzando un lugar relevante en la poesía española de nuestro tiempo. Recitó algunos poemas de su libro La insistencia del daño.

La grabación que acompaña estas líneas revela la emoción contenida en los versos que se declamaron en un acto organizado por el Centro Andaluz de las Letras. Sin poesía no hay ciudad pero lo que no puede ser no puede ser y además es imposible. Pero a veces nos basta con un poema para descifrar el mundo, para contener la lágrima habitada y ser memoria, tiempo y canción.

PRESENTANDO A RAQUEL LANSEROS



Al presentar esta tarde de junio a Raquel Lanseros no sólo estoy presentando a una poeta que admiro profundamente sino que se me agrupan numerosas sensaciones de este camino que en cierta manera hemos cruzado juntos, en la distancia pero casi tocándonos el uno al otro con la certeza de que compartíamos una forma de mirar el mundo, de contenerlo en la pupila abierta y cierta del verso que habitamos y extendemos. Todavía me acuerdo del primer deslumbramiento que me llegara con aquel Diario de un destello, anunciador y portador de un mundo lírico cargado de belleza e intensidad. Teníamos ya entonces amigos comunes como Antonio Marín Albalate o Tito Muñoz. De ese modo fuimos creciendo y encontrándonos sucesivamente allí donde la vida y el poema nos convocaba. Recuerdo lo hermoso que fue poder presentarla cuando le dieron aquí en Cádiz el premio Unicaja de poesía por aquel hermosísimo Los ojos de la niebla que multiplicaba los logros de sus anteriores tentativas líricas. En Los ojos de la niebla la poeta fijaba en la piel de los días una anhelante canción melancólica de poemas que unos a otros iban abrazándose hasta contener el prodigio de la verdadera poesía, aleccionadora, vital, humana como aquella que fulgía en los labios de Beatriz Orieta, maestra nacional. 

Aquella velada inolvidable, con el mar de Cádiz arropándonos, no detendría el curso de nuestra amistad a lo largo. En Barcelona volvimos a encontrarnos en la presentación del libro que dediqué a aquel quijote belga llamado Jacques Brel. Allí quedó una foto que de tiempo en tiempo me gusta contemplar, una foto en la que compartimos música de revelado con Joan Manuel Serrat, Tito Muñoz, Joan Isaac, mi editor Javier de Castro y un periodista histórico llamado Joan Armengol. Esa suma de encuentros prosiguió en Madrid donde Raquel presentó mi diccionario dedicado a Serrat y a Sabina fortaleciendo nuestra complicidad que tuvo en Cádiz otro punto de encuentro en un recital que dimos con Charo Troncoso en El Pay Pay. A ello sumar el generoso prólogo que me regaló para Al cerrar los ojos, mi segundo libro de poemas.

Toda esta suma de momentos compartidos viene a cuento porque es memoria vivida y sentida, la misma que arde en el poema, ese poema que tiembla cuando le damos cuerda, cuando lo fijamos al tiempo y a las tardes de lluvia otoñal, de música que acude a nuestro encuentro para convidarnos a ser latido y presencia, caricia y temblor. Uno se asoma al balcón abierto de Las pequeñas espinas son pequeñas y siente que vuelve aquella pregunta retórica que Antonio Machado le hizo a la propia poesía: “¿Eres la sed o el agua en mi camino? Dime; virgen esquiva y compañera”. 

La sed y el agua, la fuente trémula, el río soñado, la mar sonora, todo una misma cosa, una misma voz y un mismo eco que trasciende y nos trasciende. Lo dijo Lorca y Raquel lo sabe: “La grandeza de una poesía no depende de la magnitud del tema ni de sus proporciones ni sentimientos. Para Góngora una manzana podía ser tan intensa como el mar y una abeja tan sorprendente como un bosque. La cuestión estriba en situarse frente a la naturaleza con ojos penetrantes y admirar la idéntica belleza que tienen por igual todas las formas”. Esa es la mirada penetrante que Raquel Lanseros sitúa sobre todas las cosas y ese es el secreto del gran poema, de la gran poesía. Y en estas páginas la poeta nos muestra el repertorio de su madurez, le canta a la utopía, al paso del tiempo que araña los espejos, a la mujer que fue niña, a la que ahora canta firme y serena y también a esa otra mujer que vestirá de vejez sus ojos y sus labios cantores.

Como pasaba en Croniria o en Los ojos de la niebla todo en Las pequeñas espinas son pequeñas es emoción que desborda al lector, que le hace reconciliarse con la poesía que no desdeña la lírica tradicional, el ejemplo y lección del verso que pudiera cantarse. El título mismo del poemario me hizo pensar de inmediato en estos versos del Cancionero de Palacio:
Dentro del vergel
Moriré.
Dentro del rosal
Matar me han.
Yo me iba, mi madre,
Las rosas coger,
Hallará la muerte
Dentro del vergel.
Yo me iba mi madre
Las rosas cortar,
Hallará la muerte
Dentro del rosal.
Dentro del vergel
Moriré,
Dentro del rosal
Matar me han.
Breve rosa de pequeñas espinas, metáfora misma de la vida que huye como el viento. “Guardad en mi costado las palabras. Las que usé para amar, las que aprendí a lo largo del camino, las primeras que oí de labios de mi madre”. Canta Raquel su particular cançó de bressol y cantamos con ella. Por la mañana rocío, al mediodía calor, por la tarde los mosquitos no quiero ser labrador. La poeta se pregunta si sed o si agua pero el poeta sabemos que es ambas cosas y este libro es agua y es sed y es Raquel Lanseros derramándose en cada verso, mirándose en la luz de las ciudades habitadas, a ritmo de tango en “La eternidad se llama Buenos Aires” o yendo amorosa hacia la luz, hacia la eternidad misma del instante fugitivo sabedora que uno se marcha sin nada, ligero de equipaje como los hijos de la mar. “No me sirven las cosas/ todas me son ajenas/ Sé que voy a marcharme sin bolsillos”.  O acaso en el bolsillo haya de quemar la luz de un último verso, himno de claridad insurgente que llene de estrellas el cielo que nos envuelve.

“En la tarde, la niebla tiene forma de adiós”.  Sigue cantando Raquel como en otro tiempo las mujeres cantaban coplas mientras hacían las camas y a copla sabe esta otra estrofa: “En medio del andén, detenida en el tiempo, una mujer aprende que marcharse es una nueva forma de seguir estando siempre en el mismo lugar”. La rosa y la espina, el cónclave de mariposas, la mosca indolente sobre el muslo al sol que zumba machadiana por la corriente del verso infinito. El amor que pesa, el amor que duele, el amor que llega, toda la canción que cabe en el verso y toda la infancia que es patria perdida que nos llega en el poema “Villancico remoto” que recobra el musgo navideño a la manera de aquel otro poema memorable de Juan Luis Panero “Dicen que el musgo duele –sigue cantando Raquel- y acaso sea cierto pero en la infancia el frío todavía no existe”.

Y en este ahora, lejanos los sones de la infancia y expuestos a la intemperie, el poema es una forma de resistencia lírica y ética, de conocimiento, de esperanza, la mejor que quienes estamos aquí tenemos para afrontar la incierta amenaza que posee el futuro. Uno podría seguir dejando pistas y huellas en el camino sobre este maravilloso libro. Pero quien ejerce de presentador no debe excederse en su cometido. El presentador plúmbeo debiera ser una raza a extinguir. Sólo quiero insistir en la felicidad que tengo cada vez que me reencuentro con Raquel Lanseros, cada vez que la poesía nos convoca a la mesa como en esta tarde de junio.


lunes, 26 de mayo de 2014

ELECCIONES

Las elecciones europeas y el partidismo feroz que enciende a las masas en Facebook. Hay quienes son capaces de morir por sus ideas o al menos lo parecen. Pero Brassens -maravilloso ácrata- ya decía que él también moriría por ellas pero de muerte lenta. Yo también, si me quedara claro a donde llevan ciertas ideas, si viera en qué se convierten las ideas en las que creo en manos de las personas en las que no creo. 

Padecemos el cansancio de occidente, como en aquella conversación de Rafael Argullol y Eugenio Trías que se convirtió en libro. Ahora todos hablan de Podemos y del final del bipartidismo, de un horizonte de luz que se abre contra la corrupción de los grandes partidos. Y lo mejor es callar mientras suenen los sables de la intolerancia a izquierda y derecha, los análisis apresurados de los tertulianos, el predecible discurso de los unos y de los otros. Si no estás conmigo estás contra mí, si no crees en la revolución eres un fascista, un aburguesado, un instalado, un situado. Pero expongo mi derecho a la duda y al escepticismo o como le leía a Sergio del Molino el derecho incluso a no participar de este tinglado de siglas y eslóganes, de los mismos de siempre y de los que vienen con la bandera del regeneracionismo y de la pureza absoluta porque nada ni nadie va a corromperlos. 

Ganó el Madrid y ganó el poder, perdió el Atlético y perdió el proletariado. El árbitro prolongó cinco minutos porque se lo dijo Aznar. Así se las gastan algunos, llevando la demagogia a todos los campos. Fútbol y política y un mundo hecho de fricciones, de puñaladas por la espalda, de injusticias y valles de lágrimas. Más civismo y menos partidismo, más tolerancia y menos insultos. Que da miedo la retórica de los salvadores, que dan miedos ciertos modelos alternativos, como da miedo el modelo conocido, la banca, el político infecto, el borbónico monarca que caza elefantes. Paren el mundo que me bajo. O déjenme a la sombra del árbol que amo con la gente que amo, leyendo los proverbios y cantares machadianos, lejos de tantísimos calumniadores que se creen en posesión de la verdad, de su verdad. Y si no comulgan con mis principios no tengo otros. 

sábado, 24 de mayo de 2014

EL MADRID DE CARLO (ÚLTIMA ENTRADA)



Siempre que hay un gran partido de fútbol asoman los detractores, los que nada comprenden, los que piensan que el fútbol es pan y circo. Ignoran la belleza de este deporte que va más allá de los hilos más bien oscuros que indudablemente lo mueven porque allí donde brilla el vil metal asoman intereses oscuros y corrupciones varias. Pero el fútbol es infancia, lo he dicho muchas veces, un balón de reglamento que se acaricia en una playa mientras el sol se pone en el horizonte. Quien lo jugó sabe bien lo que digo. Y el fútbol es Zitarrosa cantándole a Garrincha o Serrat cantándole a Kubala. Y es Javier Marías titulando su libro balompédico Salvajes y sentimentales. Y Pier Paolo Pasolini teorizando sobre la poesía del fútbol o Miguel Hernández escribiendo su elegía a un guardameta. Insisto que quien lo jugó o lo probó lo sabe.

En las finales agónicas, de pronóstico incierto, suelen darse cita la épica y la lírica. Muchas lecciones pueden extraerse de un partido de fútbol, muchas lecciones vitales, para quien quiera verlo, para quien quiera asomarse a ellas. Habrá quien quiera ver veintidós tipos en calzoncillos. Uno que ha marcado algunos goles en pachangas sabe que la cosa es más compleja, sabe que hay narradores como el brasileño Sergio Rodrigues que pueden componer una novela a partir de la poética de un regate como el de Pelé a Mazurkiewicz en el Mundial de México celebrado en 1970. 

El Madrid ganó la décima empatando en el último suspiro del encuentro. Si Sergio Ramos no marca gol en ese córner postrero hablaríamos de una temporada de Ancelotti más bien discreta y de un Madrid incapaz de profundizar, de generar peligro en el encuentro, pese a la mejora que supuso la entrada en cancha de Isco y Marcelo. Pero el fútbol es causa y azar y Ramos se elevó noqueando la moral del admirable adversario. 

En la prórroga todo fue coser y cantar e incluso quienes hemos dudado de Ancelotti terminamos reconociéndole el incuestionable mérito de haber logrado hacer equipo e historia conquistando la ansiada décima Copa de Europa. Todo ello sin necesidad de aspavientos, sin tensiones, sin ruedas de prensa como campos de batalla. El perfil bajo de Ancelotti ha dado sus frutos y para ello no ha sido necesario romper con cierto estilo futbolístico impuesto por su denostado antecesor. 

El partido no fue bueno pero lo simboliza la grandiosa arrancada de Di María que dio origen al segundo gol ejecutado por Bale. El argentino ha completado su mejor temporada, en la que su concurso ha sido más determinante. Curiosamente hace unos meses se le cuestionaba. Son las cosas de este deporte, la frontera mínima que separa el éxito del fracaso.

martes, 13 de mayo de 2014

SILVIA PÉREZ CRUZ CANTA A MIGUEL HERNÁNDEZ



Escucho granada, enorme disco de versiones personalísimas que debemos a Silvia Pérez Cruz y a Raúl Fernández cuyo nombre asociamos inmediatamente a Refree en donde ha desarrollado una serie de experiencias musicales ciertamente interesantes. Me acuerdo de Silvia llegando discreta y callada a la presentación de  mi libro Serrat, cantares y huellas en Barcelona. Yo era consciente que aquella voz impactante iba a seguir creciendo hasta convertirse en lo que ahora es una absoluta referencia de la música que se hace en este país que es suma de países, identidades y culturas. De todas esas culturas -y de otras muchas- bebe la talentosa Silvia Pérez Cruz que deslumbró al mismísimo Joan Manuel Serrat aquella tarde memorable en la Casa del Libro ubicada en la Rambla de Catalunya. 

Uno escucha granada y tiembla de emoción con tanta versión deslumbrante. Cuando alguien canta así se apropia del repertorio escogido, le otorga una dimensión nueva, palpitante. En Las gafas de Allen le dediqué un poema que no sé si llegará a leer porque quizá no vuelva a tener a Silvia tan cerca como en aquella presentación barcelonesa. Se titulaba "La voz de Silvia" y uno pensaba en Calella, la misma Calella cuya ribera recreaba Salvador Pániker en su libro Diario de otoño que debe leerse a pequeños sorbos como un gran tratado vital.

Silvia canta y conmueve. Incluso le perdonamos algún fallo de vocalización en su versión de la "Elegía a Ramón Sijé" (titulada  en los créditos "Compañero") de Miguel Hernández. Aquí ha tomado como referencia la admirable versión del poema que hizo Enrique Morente en su disco Despegando, obra muy importante en la propia evolución del cantaor granadino. No entiendo que Elsa Fernández Santos en su excelente reportaje sobre granada en El País eluda la procedencia poética de esta pieza y no asome en ningún momento de su texto el nombre de Miguel Hernández, autor de esa elegía conmovedora, cumbre de la lírica española contemporánea. El poeta del romancero y cancionero de ausencias duele en la voz de terciopelo de Silvia Pérez Cruz. Sin su texto no habría adaptación posible de Morente. Por eso hay que citarlo, ahora y siempre, como a Lorca cuya poesía se encuentra con Leonard Cohen y posibilita joyas como "Pequeño vals vienés" que también cantó Morente y que Silvia y Raúl bordan.  

Lo de Silvia Pérez Cruz es un prodigio de la naturaleza. Su voz viene de lejos y mediterráneamente abraza la habanera, se cobija en la copla y se adentra en los misterios del alma, en los rincones del sueño donde aletean pájaros y sones, madrugadas y abismos. Con granada no ofrece un simple disco de versiones. Es mucho más que eso. Basta escuchar "Abril 74" de Lluis Llach para advertir que de las canciones ajenas tiene el don de apoderarse, de conferirles una nueva identidad, un giro inesperado. Algún día le contaré a mi hija que una tarde Silvia vino a cantarle "Pare" a Serrat mientras su padre presentaba un libro en Barcelona. No es algo que suceda todos los días. 


EL MADRID DE CARLO (PENÚLTIMA ENTREGA)

Ha sido golear en Munich y bajar los brazos o volver a la versión dominante del Madrid esta temporada en la que ya no está Mourinho pero en la que el juego sigue brillando por su ausencia. El equipo sigue definiéndose en el contragolpe. Cuando tiene que circular el balón, abrir espacios, tocar y dominar el juego se produce un colapso de ideas o bloqueo creativo y ni a Isco se le aparecen las musas. 

No es de recibo la imagen que dio el Madrid en sus partidos de Vigo y de Valladolid. No parecía jugarse la liga. A pesar de las bajas se podía esperar otra versión, otra forma de afrontar tan decisivos encuentros. En punta Morata estuvo lejos de reivindicarse y no aprovechó la ausencia de Ronaldo, futbolista clave, algo que parece obvio pero que no lo es. Algún lumbrera dice que cuando CR7 no está el Madrid juega mejor (sic) dado el individualismo enfermizo del portugués (más sic). 

La histórica gesta de Munich no debe ocultar que este Madrid no es el que nos vendieron en pretemporada. Ancelotti venía para devolver la lírica al juego madridista pero la lírica ha aparecido a cuentagotas. Sergio Ramos es un magnífico central pero no puede ser referencia ofensiva del equipo. Sería deseable un Madrid más fantasioso, con una mayor inventiva en la circulación del balón. Y sabemos que hay jugadores de sobra para ello (Modric, Di Maria, Benzemá etc). Pero la idea de fútbol de Ancelotti no acaba de cuajar. Y la sombra de Mou sigue siendo alargada. 

Podrá llegar la décima que todo lo compensaría. Pero es hora ya que el Madrid vuelva a mirarse en el modelo de la Quinta del Buitre. Aquel equipo no ganó ni una sola Copa de Europa. La rozó con los dedos, la mereció pero no la ganó. Pero está en la memoria de quienes amamos el fútbol y sabemos que hay muchas formas de entenderlo pero que un equipo como el Madrid no puede renunciar a la pelota, debe basar sus argumentos en la posesión. Para otro tipo de fútbol, de tácticas y estrategias, ya están Simeone o Mourinho que están más cerca en sus modos de lo que algunos quieren hacernos ver. 

lunes, 12 de mayo de 2014

EL MUNDO DE MARÍA VICTORIA ATENCIA

Repaso viejas cartas del poeta Rafael León enviadas a mi padre en los años cincuenta. La revista Caleta estrechaba lazos con miembros activos de la revista Caracola o lo que es lo mismo la poesía gaditana estrechaba lazos con la poesía malagueña. En esas cartas aparece como presencia constante María Victoria Atencia como novia de Rafael León y como poeta que sentaba las bases de lo que iba a ser una obra de perenne fulgor con una forma de posar la mirada ciertamente admirable. En una de esas cartas le escribe: 
Mi querido García Gómez: a través de José Luis Tejada, nuestro amigo común, te envío dos breves colaboraciones para tu revista. Hace tiempo que le había preguntado en qué sitios gustaba él de publicar, y a propósito de Caleta me dijo que si alguna vez quería algo de ti que él se ofrecería de mediador con todo el interés del afecto que a los dos nos tenía.   
Escribo poco y dedico más tiempo a la labor tipográfica. Por eso, hasta aquí, he ido dando casi sólo en Caracola mis cosas. Pero dentro de unos días meto en prensas mi segundo libro: un cuaderno muy sencillo pero -espero- bien cuidado y elegante. Ya te lo enviaré. Por eso quería airear algunos de sus poemas, antes de unirlos en su serie. A Tejada envío, para que te remita, uno de ellos, bien breve. Y un soneto de mi novia -María Victoria Atencia- que es corrección y versión definitiva de otro que, ya hace mucho, dio también en esta revista. Por lo que tiene ya de definitivo, nos interesa darle mayor divulgación, que la de dejarlo dormir en su carpeta. Alfonso Canales me dice que no he debido acudir a Tejada, que tú directamente habrías atendido cualquier petición nuestra...

La carta prosigue y es sólo una muestra de esos lazos poéticos que existían desde muy pronto entre Rafael León, María Victoría Atencia y mi padre. En los años cincuenta del pasado siglo José Manuel García Gómez ejercía de persona de referencia en la poesía gaditana, al que muchos acudían para divulgar sus poemas a través del altavoz que suponían las entusiastas mareas de Caleta. 

Este año es el año de María Victoria Atencia, año en el que el Centro Andaluz de las Letras la reconoce como autora del año y en el que recibe el Premio Reina Sofia de Poesía Iberoamericana. Todo ello hace que su poesía pase ahora al primer plano a la búsqueda de curiosos lectores que quieran mirarse en su delicada obra, una obra empapada de nostalgia y sabia en su modo de pintar las pequeñas cosas, los pequeños hallazgos cotidianos. 

Buscar la presencia de María Victoria en las cartas de Rafael León dedicadas a mi padre me reconforta. Uno se sienta y se pone las alas de otro tiempo y escucha el eco lírico de otro tiempo, el oleaje epistolar de aquellos poetas que amanecían con un verso prendido del labio, un verso que oponer a aquel duro trasiego de la posguerra.

Leo El mundo de M.V, poemario que resume toda la sugerente cotidianidad del verso de la poetisa malagueña que pregonó la Semana Santa malagueña a mediados de los años ochenta. Este hecho ya la convertiría en sospechosa de beatería para algunos periodistas como Luis Miguel Fuentes que en las páginas de El Mundo suelen arrojar una imagen de la Semana Santa apegada al franquismo, como cosa hortera y anacrónica, herencia del nacional-catolicismo. Curiosamente voces como las de María Victoria Atencia vienen a demostrar todo lo contrario y sitúan a la Semana Santa como sinónimo de deslumbramiento, de poema que se abre como flor primaveral sobre la tarde azarosa y doliente. Formas de posar la mirada, de atender a los matices y a todo el caudal de sensaciones que pudiera contener un paso de palio que viene barrocamente a nuestro encuentro. 

La edición de aquel pregón de M.V contaba con palabras preliminares de Manuel Alcántara: "Ya de niña tenía un deje de azucena que piensa. Era ya celeste y esbelta y María Victoria, camino de la Asunción o del Monte, perseguida por sus trenzas y por las miradas de aquellos adolescentes que fuimos, que acaso seguimos siendo, porque todavía adolecemos y porque todavía seguimos mirando...". 

Deje de azucena que piensa y poetisa de "blusa y pantalón vaquero" que en 1978 deja escrito: "En dañados espejos un azogue de muerte/ revoca el esplendor morado de los lirios...". Poesía que permanece, que crece al compás del día y sus destellos, poesía que ama la vida y llora la muerte: "En el recinto sepia de tu fotografía/ cuarenta años más tarde, una tarde entre amigos/ han venido a dolerme tu muerte y tu belleza...". 

martes, 29 de abril de 2014

EL MADRID DE CARLO (SEXTA ENTREGA)


Pep Guardiola manejó en la previa del partido una serie de conceptos y de argumentos que no suele manejar alguien que aúna estética y valores, tan necesarios en el muchas veces prosaico mundo del fútbol. La idea del estadio del Bayern como infierno dantesco no fue desmentida por Guardiola y con ella se apelaba a los viejos tiempos en los que el Madrid solía amedrentarse cuando debía competir en Alemania. 

El Madrid llegaba de víctima propiciatoria, dispuesto a sufrir, a capear el temporal. Pero la grandeza del fútbol es su carácter imprevisible. El Madrid hizo el mejor partido de la temporada en el mejor escenario posible mejorando ostensiblemente la imagen ofrecida en el partido de ida en el Bernabeu. Históricamente el Madrid siempre había sucumbido en Munich. No tengo memoria de aquel primer duelo entre ambos equipos en la semifinal de la Copa de Europa de 1976 pero me acuerdo de muchos de aquellos futbolistas que la disputaron. En el partido de ida en el Bernabeu Madrid y Bayern empataron a uno. En el partido de vuelta el portentoso Gerd Muller fulminó al Madrid con dos goles de ariete puro. Me acuerdo de Muller, de Beckenbauer, de Rummenigue que en 1976 representaba el futuro del fútbol alemán. Y también de Miguel Ángel, Pirri, Amancio, Santillana o Breitner, cromos heredados de mis primos y de mis hermanos, cromos con sabor a historia balompédica. 

Las fidelidades futbolísticas suelen ser inquebrantables. Uno es del Madrid desde siempre como podía haber sido de otro equipo. Se es o no se es y a partir de ahí no puede uno andar cambiando de equipo como  de camisa. Igual que Serrat lleva la foto de Kubala en su cartera yo podría llevar la de Butragueño o la de Juanito. El Madrid de Ancelotti ha alcanzado en el partido de hoy una plenitud inesperada. Yo mismo he desconfiado de este equipo que parecía funcionar a fogonazos. Pero hoy en Munich el fútbol ha dado la razón al técnico italiano que ha planteado un partido perfecto con una disciplina encomiable y una poética del vértigo rubricada en las botas de Bale, Di Maria, Benzemá o el muchas veces incomprendido Ronaldo. 

Dos goles de Sergio Ramos y otros dos de Ronaldo conformaron la épica de una noche de ensueño futbolístico. No sé si los que desertaron del Madrid en la era Mourinho ahora regresan a esa patria futbolística que tiene que ver también con la infancia. Mi patria es también el Real Madrid y no me avergüenza decirlo y proclamarlo a los cuatro vientos con el respeto y el amor que siempre he sentido por este noble deporte que todavía practico. Y hoy más que nunca nos acordamos de Juanito, el inolvidable siete blanco, parte también de los días azules de mi infancia, fundiendo simbólicamente el postrero verso luminoso del poeta de Campos de Castilla con un regate en un palmo de terreno de aquel Juan Gómez, el ídolo inmortal del sentimiento madridista.  

lunes, 28 de abril de 2014

A SU AIRE CON MARIA DEL MAR BONET


Por el programa A su aire de TVE pasaban a mediados de los años setenta algunos de los artistas más populares de la escena musical española del momento desde Serrat a Cecilia pasando por Karina o Mari Trini. A su aire contaba con una realización ejemplar que atendía a todos los detalles con planos que escrutaban las reacciones del público, los rostros emocionados que hallaban en aquellas canciones un modo de reconocerse, de envolverse en los acordes de la emoción. 

Eran otros tiempos con el franquismo agonizando pero sin revolución de los claveles que lo desintegrara de forma definitiva. A la par que se emitía A su aire pesaba la injusticia de un régimen que moría matando. Pese al contexto A su aire desplegaba un tipo de canción que hoy se nos antoja inviable en una televisión pública. ¿Cuando fue la última vez que pudimos escuchar a María del Mar Bonet en TVE? La pregunta se nos queda fijada en los labios igual que una queja. Lo que sorprende que aún con Franco pudiera darse esta circunstancia, una artista mallorquina como Maria del Mar cantando su bellísimo repertorio que no incluía ni una sola letra en castellano. La cantante traducía tímidamente lo que iba diciendo y luego unos subtítulos nos hacían las canciones más accesibles, como si ya no lo fueran suficientemente. 

Las cámaras de TVE filmaron cada matiz, cada gesto, cada acorde, la complicidad de los músicos. Vemos a María del Mar tomando la guitarra y eligiendo "Mercè" como primer destello de su ya rico repertorio, dedicándosela a su madre que la mira casi sin mirarla, como emocionada ante el gesto delicado de su hija. Al escuchar "Mercè" el tiempo parece detenerse en ese instante de plena belleza que hoy sería televisivamente impensable. También Serrat cuando pasó por A su aire puso su magistral "Cançó de bressol" en manos de la señora Ángeles Teresa, su madre: Por la mañana rocío, al mediodía calor...

Joan Manresa introduce el recital. Abro su libro 25 anys de Nova Cançó en Mallorca que tan amablemente me enviara. En la antología de canciones que incluye el volumen no puede faltar "Mercè" que formó parte del segundo elepé de Maria del Mar Bonet aparecido en 1971. En su recital televisado cobraba gran protagonismo su elepé compuesto por varios poemas de Roselló-Porcel cuya histórica cubierta estaba realizada por Joan Miró. Ese fantástico trabajo contenía colaboraciones musicales de Hilario Camacho y joyas como "Sonet", "A Mallorca durant la guerra civil" o "En la meva mort", joyas que suenan con una deslumbrante claridad en A su aire

Escucho a Maria del Mar Bonet -blanca y bruna- cantando en el Palacio Vivot de Mallorca y pienso en Silvia Pérez Cruz que ha heredado algo de su estilo, de su impronta, de su estética. Todo parece resumirse en esa lírica mediterránea de puerto perfumado de brea, de canción que vibra como lo hace la tramontana, que bucea en las fuentes populares con rigor y autenticidad definidas. Han pasado muchos años pero la belleza permanece inalterable. Compárese a María del Mar con Beyoncé, la artista más influyente de nuestros días según la revista Time. O mejor no compararla y quedarnos con todo lo que este recital fechado en 1974 nos sigue regalando al detenernos en la atmósfera especial que lo sustenta. 

sábado, 26 de abril de 2014

EL LEGADO DE MOU O EL MADRID DE CARLO (QUINTA PARTE)


En el libro de Diego Torres sobre la accidentada etapa de Mourinho en el Real Madrid (Prepárense para perder) se afirmaba sobre el fichaje de Fabio Coentrao: 
"Pagar 30 millones de euros por Coentrao, un lateral zurdo de calidad inferior a la de Marcelo supuso un traspaso récord para un suplente..."
Curiosamente el denostado Coentrao que fichó Mou fue el mejor futbolista del Real Madrid en su enfrentamiento de Champions  League (semifinales, partido de ida) contra el Bayern de Munich en el Santiago Bernabeu. Cuando el mejor es Coentrao se entiende que el concepto defensivo ha prevalecido en la táctica empleada por Carlo Ancelotti para contrarrestar el potencial ofensivo de la escuadra de Guardiola. El Madrid jugó como hubiese jugado con Mou, ni más ni menos, y con futbolistas talentosos sacrificados en tareas defensivas como es el caso de Isco Alarcón. 

El legado de Mou sigue presente se quiera o no en este Madrid de furiosa embestida y contragolpe con Benzemá -por fin- en verdadero estado de gracia y resolviendo en los momentos claves. Un Madrid en el que importa y mucho ese pequeño gran futbolista apellidado Modric que también trajo Mourinho y que tanto ha contribuido al soñado equilibro del equipo. A la manera de Mou se abatió al Barça en Copa del Rey apareciendo al rescate del equipo Bale que para ese tipo de jugadas determinantes se le fichó.  

Todos detestamos las formas maleducadas del técnico luso pero eso no excluye reconocerle cierta ascendencia en este Madrid nada preciosista en cuyo once inicial sigue apareciendo Coentrao con un concurso relevante como el que demostró contra el Bayern.  Carlo Ancelotti planteó un partido defensivo como único modo de desarticular el juego del Bayern. El equipo trabajó con una admirable disciplina táctica que desesperó a los jugadores del Bayern incapaces de generar peligro en la meta de Casillas que sólo tuvo una intervención realmente providencial en todo el partido. 

Al Madrid le bastaron las contras para lograr un triunfo que ahora deberá refrendar en Munich en un partido de vuelta que será de la máxima exigencia. En ese crucial encuentro volverán a ser vitales los contragolpes en un tipo de planteamiento que hubiera suscrito el mismísimo Jose Mourinho que también hubiera tardado en darle su sitio a un futbolista talentoso como Isco que parece recuperar en este final de temporada el papel protagonista que siempre debería haber tenido.