BIOGRAFÍA

En la obra de Luis García Gil (Cádiz, 1974) conviven de manera absolutamente personal literatura, cine y canción de autor. En el ámbito de la canción ha publicado Serrat, cantares y huellas, Serrat y Sabina a vista de pájaro, Jacques Brel, una canción desesperada, Javier Ruibal, más al sur de la quimera y Joan Isaac, bandera negra al cor. Su amor al cine ha dado como fruto el libro François Truffaut publicado por Cátedra y el guión y producción del documental En medio de las olas dedicado a su padre el poeta José Manuel García Gómez. También ha producido el documental Vivir en Gonzalo que ha dirigido Pepe Freire y en el que se profundiza en la obra de Gonzalo García Pelayo. Como poeta es autor de La pared íntima, Al cerrar los ojos y Las gafas de Allen. Es autor además del libro José Manuel García Gómez, un poeta en medio de las olas.




viernes, 18 de abril de 2014

RÉQUIEM POR GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ

¿Dónde fue que leímos por vez primera Cien años de soledad? Debió ser hace mucho, a saber si era fulgurante primavera o era invierno pero sabemos bien situar en aquella lectura, en aquellos ojos prendidos del papel, una de esas claves vitales y emocionales que forman parte de nuestro amor a los libros. 
Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento el coronel Aureliano Buendia había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. 
Volvemos a leer, volvemos a rebuscar en Cien años de soledad la pasión que sentimos por la literatura, por la mirada privilegiada de quienes dominan todos los secretos de la escritura.  A Garcia Márquez le dedicó un andaluz llamado Miguel Fernández- Braso un temprano libro-reportaje que quiso titular La soledad de Gabriel García Márquez que prologaba Alfonso Grosso, narraluz prodigioso a quien no le fue ajeno la torrencial forma de entender la literatura de García Márquez. En ese libro de 1972 hay un retrato del Gabo íntimo al que no está de más volver. 

Miguel Fernández-Braso trata de atrapar la corriente amorosa e infinita que envuelve la prosa del escritor colombiano que fuma celtas y que reside en aquel momento en Barcelona cuyas Ramblas o cuyo Barrio Chino podrían motivar más de una página de realismo mágico. En un momento del libro García Márquez señala la proximidad del carácter de los hispanoamericanos y de los andaluces. Y cita a Cádiz con estas palabras: "Cádiz es estupenda: parece que la gente está esperando el último galeón. Como escritor, Cádiz es la que más me interesa. Hay allí, en el puerto, una rara tristeza que cautiva". 

En Barcelona lo fotografió varias veces la gran Colita que inmortalizó a la gauche divine que se citaba en Bocaccio. Una de esas fotos ilustraba el libro de entrevistas de Ana María Moix 24 X 24 que también se editó en 1972, el mismo año que el libro de Fernández-Braso. 24 X 24 acogía algunas de las entrevistas aparecidas en el diario Tele/eXprés de Barcelona.  Ana María Moix también se nos marchó hace poco. Se citó con Gabo en una cafetería barcelonesa a las cinco de la tarde. Resaltaba su bigotón, sus espesas cejas, su pelo negro y rizado. En la ciudad condal había encontrado cierta calma, cierto reposo que no hallaba en otras ciudades donde se le perseguía, se le buscaba, se le interrogaba como escritor mundialmente famoso que ya era. 

En este Viernes Santo de crucificados barrocos regresamos a Cien años de soledad, a la deslumbrante prosa de Gabo, al pelotón de fusilamiento y a la vida misma hecha de gozos y sombras. Y al contemplar el mar pienso en ese último galeón que siempre se espera, en la mirada de García Márquez eternamente detenida en Cádiz, la ciudad portuaria que también amó.