En las finales agónicas, de pronóstico incierto, suelen darse cita la épica y la lírica. Muchas lecciones pueden extraerse de un partido de fútbol, muchas lecciones vitales, para quien quiera verlo, para quien quiera asomarse a ellas. Habrá quien quiera ver veintidós tipos en calzoncillos. Uno que ha marcado algunos goles en pachangas sabe que la cosa es más compleja, sabe que hay narradores como el brasileño Sergio Rodrigues que pueden componer una novela a partir de la poética de un regate como el de Pelé a Mazurkiewicz en el Mundial de México celebrado en 1970.
El Madrid ganó la décima empatando en el último suspiro del encuentro. Si Sergio Ramos no marca gol en ese córner postrero hablaríamos de una temporada de Ancelotti más bien discreta y de un Madrid incapaz de profundizar, de generar peligro en el encuentro, pese a la mejora que supuso la entrada en cancha de Isco y Marcelo. Pero el fútbol es causa y azar y Ramos se elevó noqueando la moral del admirable adversario.
En la prórroga todo fue coser y cantar e incluso quienes hemos dudado de Ancelotti terminamos reconociéndole el incuestionable mérito de haber logrado hacer equipo e historia conquistando la ansiada décima Copa de Europa. Todo ello sin necesidad de aspavientos, sin tensiones, sin ruedas de prensa como campos de batalla. El perfil bajo de Ancelotti ha dado sus frutos y para ello no ha sido necesario romper con cierto estilo futbolístico impuesto por su denostado antecesor.
El partido no fue bueno pero lo simboliza la grandiosa arrancada de Di María que dio origen al segundo gol ejecutado por Bale. El argentino ha completado su mejor temporada, en la que su concurso ha sido más determinante. Curiosamente hace unos meses se le cuestionaba. Son las cosas de este deporte, la frontera mínima que separa el éxito del fracaso.
En la prórroga todo fue coser y cantar e incluso quienes hemos dudado de Ancelotti terminamos reconociéndole el incuestionable mérito de haber logrado hacer equipo e historia conquistando la ansiada décima Copa de Europa. Todo ello sin necesidad de aspavientos, sin tensiones, sin ruedas de prensa como campos de batalla. El perfil bajo de Ancelotti ha dado sus frutos y para ello no ha sido necesario romper con cierto estilo futbolístico impuesto por su denostado antecesor.
El partido no fue bueno pero lo simboliza la grandiosa arrancada de Di María que dio origen al segundo gol ejecutado por Bale. El argentino ha completado su mejor temporada, en la que su concurso ha sido más determinante. Curiosamente hace unos meses se le cuestionaba. Son las cosas de este deporte, la frontera mínima que separa el éxito del fracaso.